“Es en Washington donde se decide si Bogotá adelanta y firma un tratado de paz”

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Intrevista al escritor colombiano y colaborador de Le Monde Diplomatique
Por Patricia Rivas para Rebelion.org

Hernando Calvo Ospina es un reconocido periodista de investigación, colaborador de Le Monde diplomatique, refugiado político en Francia. Su último libro Calla y respira, es un relato autobiográfico que en un año ha sido editado en cinco idiomas. Conversamos con Hernando sobre algunos de los interrogantes que planean sobre el conflicto social y armado colombiano y la posibilidad de paz, las conversaciones de La Habana entre el gobierno y las FARC y algún que otro “chisme”…

 

FOTO: U.ARANZADI

Patricia Rivas. Llama la atención el nulo peso de la Unión Europea en las negociaciones de paz de la Habana…

Hernando Calvo Ospina. Dos importantes funcionarios de dos países europeos me dijeron lo mismo: América Latina es territorio de Estados Unidos. Nosotros podríamos acompañar, pero es Estados Unidos quien decide allá. Si fuera en África o Medio Oriente, quizás podríamos tener peso en una negociación.

Lo que sí hacen los países de la Unión Europea es seguir los designios de Estados Unidos. Por tanto le colaboran en lo que puedan, principalmente entregándole buena parte de la información que logran sus servicios de inteligencia. Además de vigilar a los residentes colombianos que viven en estos países, opositores al gobierno colombiano, bajo el pretexto de ser militantes o simpatizantes de una organización “terrorista”. Y si el país europeo tiene vínculos económicos con Colombia, pues mucho más.

PR. ¿Qué papel está teniendo Washington en las negociaciones de paz?

HC. En febrero del 2012 fui contactado por un alto responsable del Departamento de Estado, con el que ya me había reunido antes… Si, ¡aunque desde el 2009 me tienen en la lista de personas “peligrosas” para la seguridad de su nación! Me dijo que me llamaba a nombre de su oficina y del presidente Santos. La mezcla no se me hizo para nada extraña. Ante mi pregunta, me precisó que quería charlar sobre la paz en Colombia.

Entre vino y vino, fui concluyendo que las FARC y el gobierno colombiano estaban preparando negociaciones en la total reserva, algo que se hizo público en septiembre, luego de que el ex presidente Álvaro Uribe lo “denunciara”. Yo solo vine a tocar el tema once meses después (1).

PR. ¿De qué hablaron en esa reunión, si se puede saber?

HCO. La mitad fue sobre Colombia y el resto sobre Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia. ¿Es curioso que le interesaran estos últimos cuatro países? Pues no. Ellos, a ojos de Washington, son la cabeza de rebeldes en el continente. En las cuatro ocasiones que me encontré con funcionarios del Departamento de Estado siempre encaminaron la charla hacia estos países. Y casualidad: los dos funcionarios europeos que mencioné antes, también quisieron charlar sobre ellos.

Ahora, el estadounidense quería saber lo que yo opinaba sobre una negociación con las guerrillas. Ellos conocen, como lo saben mis lectores y el gato del vecino, que por mi trabajo periodístico conozco a varios mandos de las FARC y del ELN. Y a unos desde hace 30 años. Fue una conversación que puede parecer anodina, pero que al ser con ellos no lo es: siempre tienen un objetivo muy determinado.

Casi al final me preguntó si yo quería enviarle un mensaje al presidente Santos. Le respondí que no, pero sí quería hacerle llegar una pregunta: ¿por qué cuando fue ministro de Defensa dijo en un coctel, donde habían varios ciudadanos franceses, que él quería mi cabeza? Debió ser cosa de los tragos. Puede ser que se le olvidó que yo tengo protección del gobierno francés, de Naciones Unidas, pero, sobre todo, el cariño y reconocimiento de muchas personas en el mundo.

PR. ¿Qué quiere decir que el ministro de Defensa pidió su cabeza? ¿Cree que querían asesinarle?

Lo que sé, por fuentes de absoluta confianza, es que ese gobierno intentó pedir mi extradición basado en los famosos computadores de Raúl Reyes. Sí, en ellos se me menciona como cinco veces. Pero en cada una de ellas se me trata de “periodista”, y con nombre propio (2). Es que yo iba con un equipo de la televisión francesa para entrevistar a Reyes. La cita iba a ser el 2 de marzo 2008. Pero un día antes asesinaron al dirigente guerrillero en un bombardeo sobre territorio ecuatoriano. Creo que con ese intento de pedir mi extradición, hicieron quedar en ridículo a la justicia colombiana.

A pesar de ello quisiera entrevistar al presidente Santos sobre este tema. Pero, en especial, para que cuente hasta dónde es honesto con el proceso de paz, y qué planes tiene para sacar de la pobreza a la mayoría de colombianos.

Al funcionario estadounidense sí le di un mensaje a llevar, pero no a Santos sino al presidente Obama: Que ordene detener la guerra y el terrorismo de Estado contra el pueblo colombiano.

Porque, siendo realista y pragmático, es en Washington donde se decide si el gobierno en Bogotá adelanta y firma un tratado de paz. Si le conviene a sus intereses económicos y geoestratégicos, lo ordenará a Bogotá.

Este funcionario estadounidense también me contó que con Santos tenían muchas más afinidades políticas y de intereses que con Uribe. Ante lo que respondí: “¡Entonces ahora ustedes andarán desnudos por la casa presidencial, pues con Uribe se paseaban en chores!”

PR. No parece usted muy optimista sobre las conversaciones de paz…

HCO. Hasta el momento yo no veo que los gobiernos de Washington y Bogotá estén decididos a que llegue una paz a Colombia con justicia social. Quieren un proceso como se hizo en El Salvador, donde se detuvo la guerra política, se silenciaron los fusiles, pero la guerra social que llegó ha producido el doble de muertes y hambre, porque las estructuras de la desigualdad económica no cambiaron. Después de 20 años siguen intactas. Claro, se pudo participar en política sin el temor de ser asesinado por ser opositor de izquierda.

PR. ¿Qué pasos por parte de Washington harían que la apuesta por la paz fuera seria?

HCO. Para mí dos signos deben existir para que yo crea que el gobierno estadounidense, y el de Colombia, sí desean la paz. Uno, que se detenga la estigmatización política contra la oposición. La intransigencia política es el principal enemigo de la paz en Colombia. Y no sólo de la paz: del desarrollo efectivo de la nación.

Es mi punto de vista como observador que ve a Colombia desde fuera. Que escucha y lee lo que se dice de ella. Que, como muchas personas, me asombro de la intransigencia de esa oligarquía, caso exclusivo en el mundo. Una oligarquía enferma por el poder.

Y dos, que se envíe al ex presidente Álvaro Uribe a las cortes para que responda por crímenes de Lesa Humanidad, genocidio, paramilitarismo y narcotráfico. Lo del ex presidente Uribe es un caso extremo de impunidad, como muy pocos en este universo.

Pero claro, en Washington existen fuertes intereses que se oponen a la paz, como son las empresas de armamento y de tecnología para la guerra. Y Uribe regaló tanto de la soberanía a Estados Unidos, que de alguna manera tienen que agradecerle. Aunque Uribe debería tener cuidado porque Washington no tiene amigos, tiene intereses.

PR. ¿Hasta qué punto Washington está presente en la Mesa de La Habana?

HCO. Es de suponer que los negociadores de las FARC lo saben. Si yo lo sé es porque lo saben muchos. Varios de los negociadores del gobierno llevan relojes, bolígrafos, maletines u otros instrumentos para filmar y grabar todo lo que se conversa en la mesa de negociaciones en La Habana. Esa información, que no debería salir de ahí en esa forma, parte hacia bases estadounidenses para ser procesada. Después se comparte con el equipo especial en Bogotá que sigue las negociaciones.

No sólo se analiza cada frase y palabra de los negociadores de las FARC, sino cada timbre de voz, actitudes del rostro y sus manos. Después llega el asesoramiento de cómo negociar o dirigirse a cada miembro del equipo guerrillero para desestabilizarlo o acercarlo.

PR. Como sea, las conversaciones de paz han logrado avances significativos…

HCO. Me parece que la tecnología y los asesores no le han servido mucho al gobierno colombiano y a su delegación, visto lo obtenido por los guerrilleros.

Los guerrilleros han demostrado capacidad para negociar. Bueno, es que, ante todo, tienen la razón de su parte.

Por eso sería de admirar a los negociadores del gobierno, pues deben parecer malabaristas al defender lo indefendible. Ellos defienden, sin ser oligarcas, los intereses de la oligarquía colombiana y de las transnacionales estadounidenses. Esa es su realidad. Sus argumentos deben ser muy limitados.

PR. En apenas un año, van 25 miembros de Marcha Patriótica y 26 sindicalistas de la CUT asesinados, además de los más de 9.500 presos políticos en las cárceles colombianas, cuyo número no deja de aumentar…

HCO. Se pueden firmar todos los acuerdos que quieran sobre la reforma agraria, la educación, la salud, la participación política. Todo lo que quieran. Pero mientras la oligarquía colombiana no detenga su intransigencia política, ningún acuerdo servirá. La paz del sepulcro no le sirve al campesino que reciba un título de propiedad. Tampoco al pueblo donde construya un centro médico en medio de discursos de paz, si al otro día van los paramilitares y acaban con los habitantes. ¿De qué servirá lo firmado si los negociadores serán asesinados cuando quieran hacer política legal y publica?

En la mesa de negociaciones ya se llegó a un acuerdo sobre participación política, y, ¿qué ha pasado desde entonces? Los hechos demuestran que el gobierno, las FFAA y sus paramilitares no se han dado cuenta. Lea las cifras de asesinados que usted acaba de dar. La represión a la protesta popular no se detiene un milímetro. Entonces ¿cómo se van a implementar los acuerdos sociales y económicos que se logren en la mesa de negociaciones?

PR. ¿Por qué esa violencia política en Colombia de tantas décadas? ¿Por qué las peores dictaduras en el mundo han dado paso a ciertos espacios democráticos, y en Colombia no?

HCO. Mi respuesta siempre es la misma: estoy buscando qué tipo de genes tiene incubados esa oligarquía. No conozco ninguna otra tan violenta. Han sabido esconder que el Estado colombiano es una dictadura “democrática”. Porque en Colombia se instauró la Doctrina de la Seguridad Nacional como en ninguna dictadura en América Latina, dictada por Estados Unidos en 1962 para combatir al “enemigo interno. Las dictaduras se fueron, llegaron gobiernos que dieron cierta amplitud democrática, y en Colombia nada varió. Todo lo contrario. Estados Unidos tiene muchísima responsabilidad en ello, porque ha impulsado, alcahueteado y asesorado la criminalidad estatal. La historia no miente. Solo hay que conocerla (3).

PR. ¿Por qué cree que hasta el momento no se ha incorporado al ELN de una forma seria a las negociaciones?

HCO. Quizás se deba a dos cosas. Una, porque jugaron a dividir y confrontar al ELN con las FARC. Creyeron que las FARC asumiría una posición prepotente ante el ELN. Ha resultado todo lo contrario, y la unidad entre esas dos organizaciones va en aumento. El encuentro a mediados del año pasado de los dos máximos comandantes del ELN y las FARC, Nicolás Rodríguez (Gabino) con Timoleón Jiménez; el freno a enfrentamientos que a veces se daba entre ellas; los posteriores comunicados y operativos militares conjuntos, es una demostración de la unidad.

Y dos, porque el gobierno quiere hacer creer que el ELN no es contrincante ni militar ni políticamente. Quiere esconder que esta guerrilla tiene una importante presencia en regiones de gran estrategia política y económica.

No quiero dejar de mencionar que la reunión de Gabino y Timoleón debió ser un duro golpe al orgullo de los servicios de inteligencia colombianos. Aunque fundamentalmente lo debió ser para la CIA estadounidense por ser la que maneja las principales técnicas e instrumentos de espionaje, y coordina a los servicios colombianos (con el apoyo del MOSSAD israelí). Debe darles vergüenza que se engullan tantos miles de millones de dólares, y no hayan detectado el movimiento de estos dos hombres tan buscados. Y supongo que ambos tuvieron que moverse muchos kilómetros para encontrarse (4).

PR. ¿Qué pasó tras la desmovilización del M-19? ¿Por qué no se dieron cambios socioeconómicos  y la represión continuó rampante?

HCO. Aquí vale la pena recordar algunos “detalles”. Los dirigentes del M-19 no negociaron su desmovilización: la regalaron y ellos se vendieron al sistema. Esto sucedió en Panamá. Ellos, Navarro Wolf, Petro, y Evert Bustamante, por ejemplo, saben de qué hablo. A ninguno de esos dirigentes le importó la suerte de sus bases.

Los dirigentes del M-19 son el caso más conocido de entreguismo y abandono a sus bases e ideales altruistas. Pero existen otros. Tenemos al EPL. La mayoría de los dirigentes del Ejército Popular de Liberación, que al entregarse se transformaron en Esperanza, Paz y Libertad, se fueron directamente a trabajar para las Fuerzas Armadas o sus grupos narco-paramilitares.

¿En qué quedó la desmovilización y entrega de armas del Partido Revolucionario de los Trabajadores, PRT; del grupo indígena Quintín Lame; del sector que rompió con el ELN? En nada para sus bases, que fueron las que pusieron los muertos, desaparecidos y torturados. Claro, para la mayoría de sus dirigentes la vida cambió al venderse por una moneda de cobre al sistema: Casi todos tienen de qué vivir, no pocos tienen ONGs para “analizar” el conflicto o para “ayudar” a los reinsertados. O cualquier otro invento para vivir bien.

¿Qué trabajo organizativo popular hacen esos dirigentes hoy? Ninguno que sea alternativo y de beneficio real para las mayorías. Son politiqueros, clientelistas.

PR. ¿Cómo evitar que pase con unas FARC o el ELN desmovilizadas, como pasó con las anteriores? 

HCO. Creo que eso le tocará responderlo a la conciencia social y revolucionaria de las dirigencias cuando llegue el momento. Será ahí que se sabrá si fueron verdad los ideales que tienen hoy por una Nueva Colombia para todos, en particular para los pobres.

Notas:

  1. “Conversando con las FARC en La Habana.” http://www.rebelion.org/noticia.php?id=161897

  2. El gobierno colombiano, por intermedio de una organización inglesa, hizo públicos los archivos presuntamente contenidos en esos computadores.

  3. Hernando Calvo Ospina. Colombia, laboratorio de embrujos. Democracia y terrorismo de Estado. Ed. Foca. Madrid, 2008.

  4. Ver el reportaje publicado por el Washington Post y traducido por Rebelión el 23 de diciembre de 2013, “Destapan multimillonario plan de la CIA para asesinar a dirigentes de la insurgencia”: http://rebelion.org/noticia.php?id=178552


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